Un poco acerca de porque estamos como estamos en México, nos pasa como nos cuenta Homero en la Odisea acerca de Zeus y los mortales. Los mortales se quejaban de todo con Zeus pero los mortales nunca se daban cuenta de sus propios errores.
Excelsior publicó el Miércoles 16 de Octubre de 1974 un cartón de Abel Quesada titulado “La Tierra y sus dueños”, en el que hacía notar que Dios quiso equilibrar la enorme riqueza natural que le había dado a México, dándole al país los mexicanos.
Hoy, después de 30 años, 2 meses y algunos días, constato con tristeza que no hemos avanzado, sino al contrario.
La creencia general anterior era que Zedillo no servía; antes, que Salinas no servía, que De La Madrid no servía y en fin. Actualmente se dice que Fox no sirve y el que venga después de Fox tampoco servirá. Por eso comienzo a sospechar que el problema no está en lo ladrón que haya sido alguno o en lo hablador que es el actual Presidente, sino que el problema está en nosotros como pueblo, como materia prima de un país.
Porque pertenezco a un país donde la viveza – el ser “vivo” – es la moneda que siempre es más valorada, tanto o más que el dólar; un país donde hacerse rico de la noche a la mañana es una virtud más apreciada que formar una familia a largo plazo basada en valores y respeto a los demás. Pertenezco a un país donde lamentablemente los periódicos jamás se podrán vender como se venden en otros lugares, es decir, poner unas cajitas en las aceras donde uno paga por un solo periódico y saca un solo periódico, dejando los demás donde están. Pertenezco al país donde las empresas privadas son papelerías particulares de sus empleados deshonestos que se llevan para su casa, como si tal cosa, hojas de papel, bolígrafos, carpetas, marcadores y todo lo que pueda hacer falta para la tarea de sus hijos. Pertenezco a un país donde la gente se siente triunfal si consigue “volarse” el Cablevisión o la Televisión Satelital del vecino; donde la gente inventa a la hora de llenar sus declaraciones de Hacienda para no pagar o pagar menos impuestos.
Un país donde la impuntualidad es un hábito; donde los directivos de las empresas no generan capital humano, donde no hay interés por el medio ambiente, donde las personas tiran basura en las calles y luego se reclama al gobierno por no dar mantenimiento al drenaje. Un país donde no existe la cultura por la lectura y no hay conciencia, ni memoria política, histórica, ni económica; donde nuestros diputados y senadores trabajan dos días al año y cobran todos los demás como altos ejecutivos para aprobar una reforma que viene siendo una miscelánea fiscal al vapor, que lo único que hace es hundir al que no tiene, fregar al que tiene poco y beneficiar al que más tiene o a los propios políticos.
Pertenezco a un país donde se pueden comprar las licencias de conducir y los certificados médicos sin hacer ningún examen. Un país donde puede subir una persona de edad avanzada, una mujer con el niño en brazos o algún minusválido, y la persona que viene usufructuando ese lugar especial para estas personas se hace la dormida para no dárselo, y si alguien le reclama, se levantará, pero para dar un golpe o decir una mala palabra. Un país en el cual la prioridad de paso es para el coche y no para el peatón. Un país donde la gente esta llena de faltas pero que disfruta criticando a sus gobernantes. Mientras más le digo “rata” a Salinas, mejor soy yo como persona, aparentemente, a pesar de que ayer me consiguieron todas las preguntas del examen de Matemáticas de mañana; mientras más le digo a Fox que es un falso, mejor soy yo como mexicano, a pesar de que apenas esta mañana me fregué a mi cliente a través de un fraude que me ayudó a pagar algunas deudas.
No, no y no! Ya basta! Como materia prima de un país tenemos muchas cosas buenas, pero nos falta mucho para ser las mujeres y los hombres que nuestro país necesita. Esos defectos, esa viveza congénita, esa deshonestidad a pequeña escala que después crece y evoluciona hasta convertirse en casos de escándalo, esa falta de calidad humana, más que Salinas o que Fox, es lo que nos tiene mal.
Lo siento, porque aunque Fox lo anunciara hoy mismo, el próximo Presidente que lo suceda tendrá que seguir trabajando con la misma materia prima, que como pueblo, somos nosotros mismos y no podrá hacer nada. No tengo ninguna garantía de que alguien lo pueda hacer mejor, pero mientras nadie señale un camino destinado a erradicar primero los vicios que tenemos como pueblo, nadie servirá. Al final de cuentas quienes nos gobiernan son parte de nosotros. No sirvió Salinas, Zedillo, Fox. ¿Servirá el que venga, o que? ¿Necesitamos traer a un dictador para que nos haga cumplir la ley con la fuerza y por medio del terror? No. Aquí lo que hace falta es otra cosa mas que cacerolazos o cohetones, y mientras esa otra cosa no empiece a surgir desde abajo hacia arriba, o desde arriba hacia abajo, del centro a los lados, o como quieran, seguiremos igualmente condenados, igualmente estancados, igualmente amolados.
Es muy sabroso ser mexicano y vivir a la mexicana, pero cuando esa mexicanidad autóctona empieza a hacerle daño a nuestras posibilidades de desarrollo como nación, ahí la cosa cambia. No esperemos encenderle una velita a los santos o a ver si nos mandan un Mesías. Nosotros tenemos que cambiar. Un nuevo presidente con los mismo mexicanos será lo mismo. Está muy claro: somos nosotros los que tenemos que cambiar. Creo que esto checa muy bien en todo lo que nos pasa: fiesta nacional por un segundo lugar y nos vamos al Ángel a celebrar una medalla de plata; héroes nacionales a quienes ganan algo, lo que sea, porque nos urge vernos reflejados en alguien ganador porque nosotros no nos creemos ganadores. Tenemos que reflejarnos en los triunfos de otros porque los nuestros son muy escasos; también sus derrotas las hacemos nuestras. Disculpamos la mediocridad mediante programas de televisión nefastos y francamente tolerantes con el fracaso. Es la industria de la disculpa y la estupidez.
Ahora, después de leer todo lo anterior, francamente, me parece que cada uno de nosotros debería decidirse a buscar al responsable. No para castigarlo, sino para exigirle; si, exigirle que mejore su comportamiento y que no se haga “como que la Virgen le habla”. Si, decidámonos a buscar al responsable, seguro que lo encontramos cuando nos veamos en el espejo. Ahí está, no hay que buscarlo en otro lado. Cambiemos nosotros para que pueda cambiar nuestra Colonia, nuestra Delegación, nuestro Municipio, nuestra Ciudad, nuestro Estado, nuestro país.
Excelsior publicó el Miércoles 16 de Octubre de 1974 un cartón de Abel Quesada titulado “La Tierra y sus dueños”, en el que hacía notar que Dios quiso equilibrar la enorme riqueza natural que le había dado a México, dándole al país los mexicanos.
Hoy, después de 30 años, 2 meses y algunos días, constato con tristeza que no hemos avanzado, sino al contrario.
La creencia general anterior era que Zedillo no servía; antes, que Salinas no servía, que De La Madrid no servía y en fin. Actualmente se dice que Fox no sirve y el que venga después de Fox tampoco servirá. Por eso comienzo a sospechar que el problema no está en lo ladrón que haya sido alguno o en lo hablador que es el actual Presidente, sino que el problema está en nosotros como pueblo, como materia prima de un país.
Porque pertenezco a un país donde la viveza – el ser “vivo” – es la moneda que siempre es más valorada, tanto o más que el dólar; un país donde hacerse rico de la noche a la mañana es una virtud más apreciada que formar una familia a largo plazo basada en valores y respeto a los demás. Pertenezco a un país donde lamentablemente los periódicos jamás se podrán vender como se venden en otros lugares, es decir, poner unas cajitas en las aceras donde uno paga por un solo periódico y saca un solo periódico, dejando los demás donde están. Pertenezco al país donde las empresas privadas son papelerías particulares de sus empleados deshonestos que se llevan para su casa, como si tal cosa, hojas de papel, bolígrafos, carpetas, marcadores y todo lo que pueda hacer falta para la tarea de sus hijos. Pertenezco a un país donde la gente se siente triunfal si consigue “volarse” el Cablevisión o la Televisión Satelital del vecino; donde la gente inventa a la hora de llenar sus declaraciones de Hacienda para no pagar o pagar menos impuestos.
Un país donde la impuntualidad es un hábito; donde los directivos de las empresas no generan capital humano, donde no hay interés por el medio ambiente, donde las personas tiran basura en las calles y luego se reclama al gobierno por no dar mantenimiento al drenaje. Un país donde no existe la cultura por la lectura y no hay conciencia, ni memoria política, histórica, ni económica; donde nuestros diputados y senadores trabajan dos días al año y cobran todos los demás como altos ejecutivos para aprobar una reforma que viene siendo una miscelánea fiscal al vapor, que lo único que hace es hundir al que no tiene, fregar al que tiene poco y beneficiar al que más tiene o a los propios políticos.
Pertenezco a un país donde se pueden comprar las licencias de conducir y los certificados médicos sin hacer ningún examen. Un país donde puede subir una persona de edad avanzada, una mujer con el niño en brazos o algún minusválido, y la persona que viene usufructuando ese lugar especial para estas personas se hace la dormida para no dárselo, y si alguien le reclama, se levantará, pero para dar un golpe o decir una mala palabra. Un país en el cual la prioridad de paso es para el coche y no para el peatón. Un país donde la gente esta llena de faltas pero que disfruta criticando a sus gobernantes. Mientras más le digo “rata” a Salinas, mejor soy yo como persona, aparentemente, a pesar de que ayer me consiguieron todas las preguntas del examen de Matemáticas de mañana; mientras más le digo a Fox que es un falso, mejor soy yo como mexicano, a pesar de que apenas esta mañana me fregué a mi cliente a través de un fraude que me ayudó a pagar algunas deudas.
No, no y no! Ya basta! Como materia prima de un país tenemos muchas cosas buenas, pero nos falta mucho para ser las mujeres y los hombres que nuestro país necesita. Esos defectos, esa viveza congénita, esa deshonestidad a pequeña escala que después crece y evoluciona hasta convertirse en casos de escándalo, esa falta de calidad humana, más que Salinas o que Fox, es lo que nos tiene mal.
Lo siento, porque aunque Fox lo anunciara hoy mismo, el próximo Presidente que lo suceda tendrá que seguir trabajando con la misma materia prima, que como pueblo, somos nosotros mismos y no podrá hacer nada. No tengo ninguna garantía de que alguien lo pueda hacer mejor, pero mientras nadie señale un camino destinado a erradicar primero los vicios que tenemos como pueblo, nadie servirá. Al final de cuentas quienes nos gobiernan son parte de nosotros. No sirvió Salinas, Zedillo, Fox. ¿Servirá el que venga, o que? ¿Necesitamos traer a un dictador para que nos haga cumplir la ley con la fuerza y por medio del terror? No. Aquí lo que hace falta es otra cosa mas que cacerolazos o cohetones, y mientras esa otra cosa no empiece a surgir desde abajo hacia arriba, o desde arriba hacia abajo, del centro a los lados, o como quieran, seguiremos igualmente condenados, igualmente estancados, igualmente amolados.
Es muy sabroso ser mexicano y vivir a la mexicana, pero cuando esa mexicanidad autóctona empieza a hacerle daño a nuestras posibilidades de desarrollo como nación, ahí la cosa cambia. No esperemos encenderle una velita a los santos o a ver si nos mandan un Mesías. Nosotros tenemos que cambiar. Un nuevo presidente con los mismo mexicanos será lo mismo. Está muy claro: somos nosotros los que tenemos que cambiar. Creo que esto checa muy bien en todo lo que nos pasa: fiesta nacional por un segundo lugar y nos vamos al Ángel a celebrar una medalla de plata; héroes nacionales a quienes ganan algo, lo que sea, porque nos urge vernos reflejados en alguien ganador porque nosotros no nos creemos ganadores. Tenemos que reflejarnos en los triunfos de otros porque los nuestros son muy escasos; también sus derrotas las hacemos nuestras. Disculpamos la mediocridad mediante programas de televisión nefastos y francamente tolerantes con el fracaso. Es la industria de la disculpa y la estupidez.
Ahora, después de leer todo lo anterior, francamente, me parece que cada uno de nosotros debería decidirse a buscar al responsable. No para castigarlo, sino para exigirle; si, exigirle que mejore su comportamiento y que no se haga “como que la Virgen le habla”. Si, decidámonos a buscar al responsable, seguro que lo encontramos cuando nos veamos en el espejo. Ahí está, no hay que buscarlo en otro lado. Cambiemos nosotros para que pueda cambiar nuestra Colonia, nuestra Delegación, nuestro Municipio, nuestra Ciudad, nuestro Estado, nuestro país.
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